No eres tú, es la niebla mental
La sobrecarga informativa como síntoma del tecnocapitalismo.
Hola. Hoy hacemos una pausa para reflexionar en torno a la niebla mental que nos paraliza. No eres tú: es el sistema que extrae nuestra atención y nos ata a las pantallas, incluso si eso implica robarle horas al sueño.

Además:
🪳 El celular es un parásito.
☠️ Redes sociales dañinas.
📉 El déficit de la vida real.
📵 Limitar redes sociales a niños.
😘 El dry texting.
Recuerda que también puedes sumarte a la conversación en Instagram.
Si este contenido estimula tu curiosidad intelectual, considera apoyar con una suscripción de pago o haciendo una aportación libre AQUÍ.
🎧 El soundtrack de esta edición es llega desde el lado oscuro de la luna:
🎵 There's someone in my head, but it's not me.
Gracias por leer La Pausa Necesaria. Te animo a correr la voz 👇
No eres tú, es la niebla mental
Llega la noche del viernes. Más que el cuerpo, la mente lo sabe: tienes el cerebro quemado. Después de una semana saturada de reuniones, notificaciones, decisiones, estímulos, noticias, pantallas… estás agotado.
Las pocas reservas cognitivas que te quedan apenas alcanzan para poner el cerebro a remojar deslizándote por TikTok o Instagram. Dejas ir más tiempo del que quisieras. Te preguntas: ¿qué me pasa? ¿esto qué es?
Debes saber algo: más que falta de voluntad es el agotamiento estructural propio de la economía de la atención: la sobrecarga informativa como síntoma del tecnocapitalismo. Es la sociedad del cansancio (Byung-Chul Han, 2010).
Como escribiera en noviembre del año pasado la periodista Delia Rodríguez, de El País:
“‘Siento como un envenenamiento general, informativo, emocional’, me decía justo antes de las elecciones de EE.UU., una amiga periodista que vive en ese país, y yo también noto que una niebla mental tóxica nos envuelve, confundiéndonos. Esa niebla es, creo, nuestro propio sistema cultural e informativo, envenenándose a la vez que el medio ambiente”.
Sobreestimulados
Estamos ahogados en un mar de datos que somos naturalmente incapaces de procesar. Algunas estimaciones indican que, en promedio, consumimos 74 GB de información al día, lo que equivale a ver 16 películas o leer 200,000 palabras diarias.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH, 2024), en México las personas de 18 a 24 años pasan 5.7 horas al día en internet; y las 25 a 34 años 5.6 horas al día.
Y estos son los principales usos:
Así, a una persona que duerme 8 horas, trabaja 9 y pasa 5.6 en internet, le quedan solo 1.4 horas para recuperarse de toda la sobrecarga de estímulos que procesa su cerebro en un solo día.
Hoy todo ocurre tan rápido que no da el tiempo para entender nada. Es como comer sin masticar, sin degustar, solo un atracón continuo. Y claro, no habrá digestión que alcance.
En 1970 el futurista Alvin Toffler ya advertía de la sobrecarga informativa. Lo llamó el shock del futuro: “la desorientación personal y social que sufren las personas debido a demasiados cambios ocurriendo en muy poco tiempo”.
Con una sobreestimulación como la actual y de la que es sumamente difícil librarse —porque de eso se trata la economía de la atención: de mantenernos atados a una pantalla — somos incapaces de parar, de procesar.
Cada notificación, app, correo electrónico, conversación en línea, scroll, video, like, cambio de pestaña, incrementa esa bola de nieve de datos que, muy pronto, termina por convertirse en una avalancha que nos sepulta.
Este bombardeo constante nos mantiene en un estado de alerta sostenido. Nuestro cerebro no descansa: cambia de tarea sin cesar, recibe estímulos, interpreta mensajes, anticipa respuestas. No hay pausa, solo frenesick.
Los efectos
En su libro “Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?” (2010), el escritor Nicholas Carr detalla cómo la sobreexposición al ecosistema digital nos degrada las funciones cognitivas:
Disminuye nuestra capacidad para la atención y reflexión, y favorece el pensamiento superficial.
Desarrollamos un tipo de mente más apta para el escaneo de información y la toma de decisiones rápidas, pero con menos capacidad para el pensamiento creativo y profundo.
Nuestra capacidad de lectura se fragmenta, dado que en internet leemos mediante hipervínculos, saltando de una página a otra, lo que dificulta la comprensión y la retención de información.
En lugar de recordar información, solo aprendemos a buscarla en línea.
La capacidad de lectura disminuye porque, a diferencia del escaneo y el scrolling, requiere de esfuerzo mental y atención prolonga, dos cosas que no demandan las redes sociales. Además, en la lectura la gratificación es más retardada, en cambio en internet es inmediata, pero de menor calidad.
No eres tú, es el sistema
Sentirse así no es un fallo personal: es consecuencia de un sistema que extrae nuestra atención como si fuera un recurso natural. La niebla mental no es solo una metáfora, es un síntoma de una economía diseñada para mantenernos estimulados, disponibles y desperdiciando horas en línea.
Se estima que miramos el teléfono más de 344 veces al día. Esto es una vez cada 4 minutos. Uf.
Nada es casualidad. Las mejores mentes de las mejores universidades del mundo (como la de Stanford, en el corazón de Silicon Valley), reciben los mejores salarios del mundo para desarrollar trucos que nos hagan pasar cada vez más tiempo atrapados en un pantano digital del que no podemos salir.
Se aprovechan de vulnerabilidades de la mente, descubiertas por la economía del comportamiento, la psicología y la neurociencia, para extraernos toda la atención posible, dejándonos exhaustos.
¿Por qué una empresa de tecnología gastaría miles de millones de dólares en contratar personal, desarrollar tecnología y construir infraestructura solo para entregarnos un producto gratis?
Nada es gratis en el mundo de los negocios: la moneda con la que pagamos es nuestra atención.
Y las empresas de Silicon Valley no solo compiten ferozmente entre sí para exprimirnos la mayor cantidad posible de atención, sino que también lo hacen contra nuestras necesidades naturales básicas, como dormir. Más tiempo despiertos significa más horas consumo de contenidos en línea.
Piénsalo así: a una app de citas no le conviene que encuentres pareja. Le conviene que no la encuentres, porque así te mantienes buscando y pagando, buscando y pagando…
Según el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, el siglo XXI se caracteriza por la violencia neuronal, a diferencia de épocas pasadas que fueron marcadas por las enfermedades virales o bacterianas.
Esta violencia se manifiesta como un acoso constante al cerebro y al sistema neurológico, desequilibrando los neurotransmisores y provocando estrés y agotamiento mental.
Esto deriva en enfermedades como la depresión, el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) o el burnout. En una frase: dinamita nuestra salud física y mental.
Gran parte de esta violencia neuronal es provocada por la sobreabundancia de información y el excesivo deseo de ser productivos. La sociedad del rendimiento, con su énfasis en la autoexplotación, genera una presión interna que lleva al agotamiento (José Manuel Orozco, 2014).
Y, una vez agotados, buscamos la salida fácil, la dopamina exprés de baja calidad: el scroll infinito, los videos virales, los contenidos fáciles y efímeros que así como llegan se van, sin que apenas nos dejen algo de valor.
Que todos necesitamos de estímulos ligeros de vez en cuando, es verdad. El problema es que nos quedamos solo en esa capa superficial, y cada vez nos es más difícil profundizar en cualquier otra cosa fuera de pantalla.
¿Qué hacer?
Las compañías de tecnología de Silicon Valley han hecho que el celular sea omnipresente y omnipotente.
Obviamente no es sensato pensar en renunciar a todas las comodidades de la vida conectada, pero sí podemos empezar a autorregular el uso que hacemos de él y de nuestro tiempo fuera de línea.
No hay recetas fáciles, ni métodos sencillos. Pero por algo se puede empezar:
Reducir la fricción mental. Pausar. Diseñar días (o fines de semana) sin agenda, sin decisiones, sin apuros.
Desconectar. El minimalismo digital como forma de dar un paso atrás en el uso de apps que drenan nuestra atención y energía.
Monitorear. Hoy todos los teléfonos permiten medir el tiempo en pantalla. Eso ayudará a saber cuántas horas del día pasas en el celular y preguntarte si en esas horas obtuviste algo realmente valioso. También puedes fijar límites de tiempo en pantalla.
No hacer. Bajar el ritmo de la productividad. Volver al ocio verdadero. No todo tiene que ser útil ni tiene que mejorar nuestro rendimiento. A veces basta con estar.
No estar. Desconectarse del ruido digital no es perderse el mundo, es recuperarse a uno mismo.
Lo que debes saber
🪳 El celular es un parásito. Un artículo de investigación recientemente publicado en Australasian Journal of Philosophy sugiere que “el mayor parásito de la era moderna no es ningún invertebrado chupasangre. Es elegante y es adictivo por diseño. ¿Su huésped? Todos los seres humanos de la Tierra con señal wifi. Los celulares nos ayudan, sí, pero también parasitan nuestro tiempo, nuestra atención y nuestra información personal, todo ello en beneficio de las empresas tecnológicas y sus anunciantes. Lee más.
☠️ Redes sociales dañinas. El psicólogo social estadounidense Jonathan Haidt concedió una intensa entrevista a The Observer en la que defendió que las redes sociales y los celulares afectan a los jóvenes de cuatro maneras: privación de sueño, privación social, fragmentación de la atención y adicción. “Desde la publicación de su libro La Generación Ansiosa , ha llegado a creer que la amenaza a la atención es la mayor preocupación, tanto para niños como para adultos”, escribe el autor de la entrevista. Lee más.
📉 El déficit de la vida real. “En mi consulta médica, veo con frecuencia a niños de cuatro, seis, ocho o incluso 16 años absortos frente a dispositivos. No hablan, no miran, no interactúan. Como psiquiatra infanto-juvenil con más de 20 años de experiencia, me inquieta profundamente esta nueva normalidad. El desarrollo cerebral necesita juego libre, naturaleza, vínculos afectivos y conversación. Si todo eso se reemplaza por estimulación digital plana y repetitiva, surge un fenómeno silencioso pero grave: el déficit de vida real”. Lee más.
📵 Limitar redes sociales a niños. La Unión Europea busca reforzar sus medidas para restringir más el acceso de menores de edad a redes sociales. La iniciativa, respaldada por España, Francia y Grecia, plantea discutir formas de limitar el uso de las plataformas en línea y redes sociales por parte de niñas, niños y adolescentes, como establecer que los menores de edad solo puedan acceder a redes sociales con el consentimiento de sus padres. Lee más.
😘 El dry texting. “Responder a un mensaje largo y elaborado con un escueto y tajante ‘ok’. Escribir ‘jaja’ ante una anécdota supuestamente desternillante que invita a saber más. Poner el emoji que lanza un beso en una conversación controvertida que exige debate para dar a entender que no hay más que hablar. Estas son algunas de las formas de cambiar el tono y poner fin de forma repentina a una charla digital. Así es el dry texting o los ‘mensajes secos’, una manera pasivo-agresiva de responder con monosílabos, frases cortas y tajantes o emojis que cortan el ritmo conversacional mientras introducen un halo de desconexión e incomodidad”.
¿Por qué La Pausa Necesaria?
Porque en un mundo digital que corre sin descanso, nos urge un respiro: ideas, preguntas y hallazgos que nos estimulen a reconectar con nosotros mismos, con lo que importa y con formas más humanas de habitar lo cotidiano y lo infraordinario.
¿Te gustó esta edición?
Compártela.
Y si puedes, apoya esta pausa.
¡Excelente texto como de costumbre! 💯
Este contenido sí me gusta.